El viento canta,
sopla feliz una melodía.
A través de hojas doradas y plateadas,
vuestra cálida luz todo lo ilumina.
No hay rincón que albergue tristeza
gracias a vuestro inmenso brillo.
Oh, maravillosos, Láurelin y Télperion,
que fueron creados por Yavanna.
Magia y vida se funden
en el esplendor de vuestras luces,
que los eldar admiramos orgullosos.
Pero el rumor de una terrible oscuridad
acecha en silencio, oculto entre las sombras.
La maldad profunda de un alma corrupta
extinguió vuestras maravillosas luces.
La ponzoña de Ungoliant
envenenó a nuestros adorados árboles,
y todo se volvió oscuridad.
Aún nos quedaba una esperanza,
la maravillosa luz de esos árboles
era atesorada en tres hermosas joyas.
Tres joyas creadas por Fëanor,
hijo del rey de los noldor.
Para Melkor,
Ainur con el corazón corroído por la envidia...
... la muerte de los maravillos árboles
No era suficiente.
Entonces los eldar
fuimos despojados de los Silmarils.
Oh, Láurelin y Télperion,
cuyas luces se fundieron en cada Silmaril
bellamente creado por Fëanor.
Oh, Láurelin y Télperion,
sobre cuyas ramas secas y sin vida
lloramos tristemente los eldar.
Ahora hemos de reconfortar
nuestras apesadumbradas almas...
... al ver vuestras luces reflejadas
en la luna y el sol.
Por Anië Ancalima, 30 de junio de 2007. Poesía recitada el domingo 19 de agosto durante la Jornada Tolkien 2007.
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